Recordando a Duvalier

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BUENOS DIAS CHIAPAS

Un 14 de julio (1989), me pidió Agustín que fuera a su casa, porque su papá no despertaba.
Llegué lo más pronto posible, luego una doctora, quien nos dijo: falleció de un infarto. Están por cumplirse 32 años ¡cómo se va el tiempo!
Pijijiapan lo vio nacer. Tapachula lo recibe para hacerlo bachiller.
Tiene que trasladarse al distrito federal. Necesitaba beber en la facultad de filosofía de la UNAM.
En poco tiempo ya convivía con destacados poetas y escritores. Influyen en su formación poética Neruda, César Vallejo, Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, Nicolás Guillén, Juan José Tablada, Luis Cardoza y Aragón, entre otros.
En 1936 introduce a Chiapas la poesía japonesa (hai-kais).
Su obra es constante y extensa. En 1961 nos presenta ¡vámonos al vudú! Promueve la poesía negra.
Forma un grupo de declamación en la ICAH y presenta recitales de este género en esta capital y otras ciudades de Chiapas, esto es 1962.
No se ha vuelto a ver algo similar.
Su obra es grande, incluye crítica, cuento, poemas alquimistas, antologías, poemas declamables. Presenta poemarios.
El maestro Mellanes, dijo Duvalier: “…Duvalier significa la transición entre la poesía de la retórica clásica y la poesía de técnica contemporánea”.
No abandonó del todo la lírica tradicional. Leamos “de azucena dorada es la niña”.
En la mitad del pasado siglo llegaron a considerarlo el “hermano mayor”, cuando se reunía con Rosario Castellanos, Enoch Cancino, Sabines, Mellanes, Bañuelos, Oliva y otros que, disculpen, no viene a mi mente pronto.
En una ocasión lo acompañe a Comitán. Primera me dijo que visitaría a Oscar Bonifaz.
Conocí las dos casas en que vivió en esta capital. Coincidencia, las dos en la primera avenida sur.
Siendo yo alumno de secundaria, en el lado oriente, cerca de la cuarta calle. Después, contra esquina de la farmacia de don Enrique Dorado (lado poniente), cerca vivía Jaime Moreno.
A las dos casas llegó Chayito Castellanos. Era gran amiga.
Se dice que uno presidente la despedida, de ahí que escribió “el último vals”.
Era presidente municipal el Dr. Enoch Cancino cuando falleció Duvalier. Lo llevamos a su tumba con marimba.
La anécdota es que me dijo el Dr. “Panchito, me faltan 40 pesos para pagar la marimba, ¿tenés?
Sí, doctor. Abrí mi cartera y le di dos billetes de a veinte.
De sus tres hijos, el mayor, Armando; falleció hace ya algunos años. En enero pasado, Agustín. El menor, Antonio, es médico, vive en la ciudad de México.
Nos comunicamos con frecuencia. Por la pandemia no viene desde enero en que estuvo para despedir a su hermano Agustín.
Tengo algunas anécdotas de Duvalier. En otra ocasión les platicaré una.
El nació el 26 de agosto de 1914. 32 años antes que yo. Los años que lleva de fallecido. Coincidencia la de este año.

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