opinion en pendulo de chiapas

Noé Farrera Morales

Apuntes sobre Cárdenas y la verdadera izquierda

Cuando el general Lázaro Cárdenas del Río sembró las bases de una transformación verdadera en este país, cuya historia lo situaba en la postrevolución, nuestros padres creyeron entonces que otro México sí era posible. La instauración de un nuevo modelo educativo, de la expropiación petrolera, de plantarles frente a los capitales extranjeros que por años nos habían visto como una patria saqueable y manipulable, de la creación de las normales rurales, de una recuperación de espacio y de un trabajo por solidificar la economía, no fueron discursos ni peroratas de campaña, sino que se pudieron palpar y analizar de forma real. Luego vino el milagro mexicano y la aspiración de que México fuese una potencia mundial. Sin embargo, con la llegada de una nueva forma de hacer política, el nuevo PRI, como se le llamó a los herederos de los excesos de Díaz Ordaz hasta Miguel de la Madrid, trajo una camada de políticos con ideas innovadoras. Tecnócratas les llamaron. Ahí se marcó el rumbo de la historia, pues a los cuadros históricos y con una postura de izquierda real, verdadera y tangible, les cerraron el paso y los sacaron de la jugada. Fue en esa escisión donde se dio el surgimiento del llamado Partido de la Revolución Democrática que encumbró nombres como los de Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros.

Y es ahí donde todos pensamos que venía, con este partido amarillo, portador de los ideales y sueños de la postrevolución, un cambio de fondo y sustancial para la república. La verdadera izquierda, la que abrevó del marxismo-leninismo, la del materialismo histórico y la dialéctica, la de los manifiestos comunistas y discursos duros que sembraban las bases para comprender las brechas de la desigualdad, era la esperanza fincada en los hombres de ese tiempo. Recuerdo claramente cuando De la Madrid aún era presidente y no se sabía a ciencia cierta quién iba a sucederlo. Los rumores del centro del país llegaban a este terruño y se hablaba de que no había suficientes cuadros que hicieran frente a la izquierda.

Para ese entonces, el sol azteca sabía ya que su representante sería el heredero de la transformación y precursor de la reforma agraria y creación de los ejidos, el también llamado cachorro de la revolución Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Los discursos y posturas era dardos cargados que golpeaban directamente en contra del sistema priista y buscaban romper con las décadas de control y opresión que habían sembrado a base de la compra de votos, la corrupción y la manipulación de las masas, justo a través del fomento a la pobreza, pobreza extrema y la marginación.

Quienes nos movíamos en el pantanoso mundo de la política sabíamos que Cárdenas Jr. representaba un oponente duro y fuerte, y que era la imagen que podría derrocar, al fin, después de tanto tiempo, al priismo que estaba perdiendo el rumbo y que mostraba atisbos del neoliberalismo que nos pasó facturas altas y caras, como la devaluación del peso y la venta de las bancas, eso sin mencionar que nos vendió la falsa idea del progreso y nos abrió una herida que no termina de cerrar. Sin embargo, el PRI, bajo el control total y una supuesta nueva visión, abrió la carta de Carlos Salinas de Gortari. Los tecnócratas llegaron y bajo un pacto, que se rumora fue con los mismos hampones del narcotráfico, le robaron la elección al PRD. Esta fue la primera derrota contra Cárdenas y la primera muestra de lo que el sistema sería capaz de hacer con tal de mantener el control del país. Luego el PRI eligió a Colosio como probable sucesor y lo asesinó por no alinearse a lo que el partido y los intereses particulares de las cúpulas tenían. Nuevamente Cárdenas levantó la mano y esta vez compitió contra un desangelado Ernesto Zedillo Ponce de León y contra la fuerza implacable del Estado, y volvió a perder.

El PRI no estaba dispuesto a ceder. Y las calumnias y ataques señalando que Cárdenas pretendía convertir en una nación comunista a México, abonando a la ignorancia, corrió como pólvora y lo desgastó aún más. Ya en la elección del 2000, el candidato del PRI era el desangelado Francisco Buenaventura Labastida Ochoa. Por el PAN salía la figura de Vicente Fox Quesada, un personaje que rompía con los estereotipos que manifestaba y apuntalaba el sistema. Y por el PRD, de nueva cuenta, Cárdenas Solórzano, buscando llegar y buscar transformar a este país. El PRI sabía que no tenía ya nada. Que el 94 le había sembrado un golpe seco al partido y lo había mandado a la lona. Así que prefirieron pactar con Diego Fernández de Ceballos y sepultar, de una vez por todas, las aspiraciones del hijo del tata Lázaro Cárdenas. Lo demás lo conocemos todos. Un PRD que se consumió en sus propias traiciones y envidias, un partido que se pudrió desde sus entrañas por el jaloneo de las tribus y que nos reveló una historia terrible en la que nos queda claro que la justicia es una palabra injusta.

A mí sí me hubiera gustado ver en la silla presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas. Pienso en qué habría pasado con la visión e ideales de un hombre cuya formación había sido la historia de este país contada por su padre, y sus experiencias como hijo de un expresidente. La historia de este país fue injusta con Cuauhtémoc Cárdenas. Fue a este personaje al que nunca se le hiso justicia y que pudo haber hecho mucho por este país. Ahora, mientras bebo una taza de café al cierre de esta columna, pienso en sí se puede seguir hablando aún de la izquierda en este tiempo. En el siglo pasado se quedaron los sueños y aspiraciones de la izquierda real, la que discutía y mostraba a los intelectuales analizando los recovecos de esta nación. Y mientras todo pasa, seguimos viendo cómo un personaje encumbrado en sueños de otros, formado en los ideales de otros, llegó al poder, se hizo presidente y ha mostrado ser más priista que muchos que conozco. Nos leemos mañana.
Anclaje
Puro pájaro nalgón yo veo,
levantar la mano y aspirando,
no traen nada, puro chaqueteo,
son pájaros de paso suspirando.

No hay izquierda, no hay más,
se acabaron los sueños del pasado,
puro lengua larga, lengua sagaz,
puro chucho hambriento avorazado.

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